Trucos de carving. La distenson
La semana pasada aprendimos a pisar los esquís y también el concepto de la centralidad. Vimos que flexionando, es decir, pisando el esquí (y no atravesándolo, como piensan muchos) éstos describían la curva para la que están diseñados. También vimos que cuanto más presión le imprimiésemos más se combarían bajo nuestro peso y, por consiguiente, más girarían. Finalmente, hablamos de la centralidad; para mantener un buen reparto de pesos y ayudar al equilibrio hay que separar las piernas y tener la sensación, precisamente, de que nuestro centro de gravedad recae más o menos en medio de ambos esquís.
Pero solamente flexionando no vamos a conseguir hacer un viraje muy depurado ni de radio más reducido ya que, a medida que aumente la velocidad, necesitaremos angular e inclinarnos más, y esto no es posible en una posición excesivamente agachada. Si miramos una foto de un buen esquiador, observaremos que la pierna interior se flexiona mucho, pero la exterior está desdoblada. De este modo se consigue mantener un buen reparto de la presión entre los dos pies cuando estamos en un plano inclinado porque, obviamente, si las dos estuvieran igualmente flexionadas la de afuera iría por el aire.
Aprender a desdoblar las piernas ocurre de manera natural si nos empeñamos en pisar ambos esquís e intentamos entender qué nos piden para describir el viraje. El error más típico del carving es sólo inclinarse para describir las curvas, pero así lo que ocurre es que nos quedamos en el esquí interior y, al final, derrapamos o perdemos el equilibrio (si notamos, por ejemplo, que nuestros esquís van divergentes, casi seguro que es porque estamos forzando la inclinación). Sin embargo, si pisamos ambos esquís y tratamos de dirigirlos cortando hacia delante y, en vez de en inclinación, pensamos, más bien, en balanceo (suena más armónico ¿verdad? en otra ocasión explicaré esto convenientemente), la inclinación irá combinándose con una angulación natural, ya que nuestro sistema neuromuscular es bastante listo y sabe que, para mantener el peso repartido sobre ambos pies, necesita compensar la inclinación con una angulación de la cadera (por esto de que nuestro cuerpo sabe regular el equilibrio, a mi no me gusta hablar mucho de la cadera cuando enseño a esquiar, ya que cuando pensamos en los pies ésta tiende a adoptar una posición funcional de forma inconsciente y, sobretodo, natural, sin posturas forzadas y sin tener que pensar en ella ni nada parecido).
Como consecuencia de todo este rollo que acabo de explicar, la intención de presionar con los dos pies sobre la nieve a la vez que tratamos de seguir el giro, resultará en que la pierna exterior estará extendida mientras pisa y, así, al aumentar la velocidad y tratar de cerrar las curvas balanceándonos al interior, habremos aprendido el mecanismo de la distensión de manera totalmente espontánea. Hay otras formas de aprender a distender las piernas en un viraje de carving, como por ejemplo el simple hecho de intentar estirar la pierna del valle mientras encogemos a la del monte; pero creo que así el viraje resulta menos depurado, porque, aparte de tener que pensar en muchas cosas (esta pierna así y esta otra, uf, asá), uno se distrae de los pies y del fin que persigue, que es mantener una corte fluido con los cantos, al margen de lo que hagan o dejen de hacer las extremidades.
Por supuesto, que este corte fluido que buscamos no es posible si la pierna se extiende completamente y se queda rígida; además, si notamos que nos pasa esto es seguro que, en vez de pisar y cortar, lo que estamos es tratando de atravesar el canto a la pendiente empujando la pierna de lado. Nooor: eso esta mal; hay que confiar en los esquís y no atravesarlos, sino transportarnos en ellos y presionarlos para ayudarlos a hendir y girar.
Pues ya tenemos una curva, por lo menos la mitad de ella. La semana que viene veremos cómo terminarla en condiciones y lo que luego se deriva de ello: los mecanismos de desencadenamiento.
¡Buenas huellas!
La semana pasada aprendimos a pisar los esquís y también el concepto de la centralidad. Vimos que flexionando, es decir, pisando el esquí (y no atravesándolo, como piensan muchos) éstos describían la curva para la que están diseñados. También vimos que cuanto más presión le imprimiésemos más se combarían bajo nuestro peso y, por consiguiente, más girarían. Finalmente, hablamos de la centralidad; para mantener un buen reparto de pesos y ayudar al equilibrio hay que separar las piernas y tener la sensación, precisamente, de que nuestro centro de gravedad recae más o menos en medio de ambos esquís.
Pero solamente flexionando no vamos a conseguir hacer un viraje muy depurado ni de radio más reducido ya que, a medida que aumente la velocidad, necesitaremos angular e inclinarnos más, y esto no es posible en una posición excesivamente agachada. Si miramos una foto de un buen esquiador, observaremos que la pierna interior se flexiona mucho, pero la exterior está desdoblada. De este modo se consigue mantener un buen reparto de la presión entre los dos pies cuando estamos en un plano inclinado porque, obviamente, si las dos estuvieran igualmente flexionadas la de afuera iría por el aire.
Aprender a desdoblar las piernas ocurre de manera natural si nos empeñamos en pisar ambos esquís e intentamos entender qué nos piden para describir el viraje. El error más típico del carving es sólo inclinarse para describir las curvas, pero así lo que ocurre es que nos quedamos en el esquí interior y, al final, derrapamos o perdemos el equilibrio (si notamos, por ejemplo, que nuestros esquís van divergentes, casi seguro que es porque estamos forzando la inclinación). Sin embargo, si pisamos ambos esquís y tratamos de dirigirlos cortando hacia delante y, en vez de en inclinación, pensamos, más bien, en balanceo (suena más armónico ¿verdad? en otra ocasión explicaré esto convenientemente), la inclinación irá combinándose con una angulación natural, ya que nuestro sistema neuromuscular es bastante listo y sabe que, para mantener el peso repartido sobre ambos pies, necesita compensar la inclinación con una angulación de la cadera (por esto de que nuestro cuerpo sabe regular el equilibrio, a mi no me gusta hablar mucho de la cadera cuando enseño a esquiar, ya que cuando pensamos en los pies ésta tiende a adoptar una posición funcional de forma inconsciente y, sobretodo, natural, sin posturas forzadas y sin tener que pensar en ella ni nada parecido).
Como consecuencia de todo este rollo que acabo de explicar, la intención de presionar con los dos pies sobre la nieve a la vez que tratamos de seguir el giro, resultará en que la pierna exterior estará extendida mientras pisa y, así, al aumentar la velocidad y tratar de cerrar las curvas balanceándonos al interior, habremos aprendido el mecanismo de la distensión de manera totalmente espontánea. Hay otras formas de aprender a distender las piernas en un viraje de carving, como por ejemplo el simple hecho de intentar estirar la pierna del valle mientras encogemos a la del monte; pero creo que así el viraje resulta menos depurado, porque, aparte de tener que pensar en muchas cosas (esta pierna así y esta otra, uf, asá), uno se distrae de los pies y del fin que persigue, que es mantener una corte fluido con los cantos, al margen de lo que hagan o dejen de hacer las extremidades.
Por supuesto, que este corte fluido que buscamos no es posible si la pierna se extiende completamente y se queda rígida; además, si notamos que nos pasa esto es seguro que, en vez de pisar y cortar, lo que estamos es tratando de atravesar el canto a la pendiente empujando la pierna de lado. Nooor: eso esta mal; hay que confiar en los esquís y no atravesarlos, sino transportarnos en ellos y presionarlos para ayudarlos a hendir y girar.
Pues ya tenemos una curva, por lo menos la mitad de ella. La semana que viene veremos cómo terminarla en condiciones y lo que luego se deriva de ello: los mecanismos de desencadenamiento.
¡Buenas huellas!