A la sombra de la recaudación
Posted: 07 Mar 2011 11:05 AM PST
En los tiempos antiguos, había dos formas de hacer algo que pedía un poder político, de grado o por la fuerza. Hoy día somos más modernos, y a veces “la fuerza” consiste en multas de índole económico o similar, como sucede con los puntos del carnet de conducir.
Desde que se nos contó el cuento de Robin Hood hemos tenido animadversión sobre los recaudadores. El malvado sheriff robaba a los pobres para dárselo a los ricos, era obviamente una recaudación injusta, pero también hay recaudaciones justas. Por ejemplo, tenemos la seguridad social, tiene su recaudación pero hay contraprestaciones.
Cuando hablamos de seguridad vial, el usuario no siempre entiende la naturaleza de las normas que se le imponen, y no ayuda nada a verlo desde un punto de vista recaudatorio. Dicho de otra forma, si llega a la conclusión de que la prioridad es recaudar, la posibilidad de que se cumpla algo de grado es más bien menor.
Nuestra querida Dirección General de Tráfico es una institución que cuenta con bastante rechazo por parte de un importante sector de los conductores españoles. Podría ser peor, como el de cierta entidad sin ánimo de lucro, y menos mal que “no lo tienen”, que representa a los artistas.
La DGT tampoco tiene ánimo de lucro, se supone que vela por la seguridad del tráfico, o esa era su intención hace 50 años. En la actualidad, la DGT ha pasado de una cierta permisividad a un nivel que muchos tachan de opresivo, lo cual ha aumentado sustancialmente su rendimiento recaudador.
Ese dinero se supone que se va a Hacienda o incluso a las víctimas de los accidentes de tráfico, pero en el acerbo popular la idea que persiste es que todo ese dinero acaba en lugares digamos no oficiales, como los bolsillos de unos pocos, los fabricantes de radares o vaya usted a saber.
La reducción del límite genérico de velocidad a 110 km/h ha sido un motivo más para pensar así, ya que mientras en Europa, en plena crisis energética, hay países que no bajan límites sino que incluso los suben o piensan en subirlos (Polonia 140 km/h, Holanda 130 km/h, Reino Unido 128 km/h). Así la intención de ahorro energético no se entiende igual.
Cuando la acción de la DGT pasa a verse de un modo tan recaudatorio, su credibilidad ante los conductores flaquea, e incluso los que suelen defender sus posicionamientos se preguntan que dónde está el límite entre su función útil y su función recaudadora, y qué es lo que prima más.
Incluso la Unión de Guardias Civiles se ha quejado de que la intención de este límite es aumentar la recaudación por multas, es más, han utilizado la expresión “tomadura de pelo”. También se quejan de que los agentes que sean poco eficientes multando van a ver mermado su complemento salarial.
Los dirigentes de la DGT y del Ministerio del Interior deben llevar a cabo una profunda reflexión sobre qué les ha hecho llegar a esta situación, donde protectores y protegidos están con la mosca detrás de la oreja y dudan cada vez más de la función original de estos entes. Y no son los únicos, claro.
De toda la vida se dice que el camino es la educación, no la represión. Es más fácil hacer caso a aquello que se ha razonado con fuerza, no lo que a la fuerza se tiene que razonar. Al final se trata de aumentar el cumplimiento de las normas, no de cobrar más multas, ¿no? Pregunto desde la inocencia parcial.
En definitiva, el respeto y la aprobación de los “protegidos” ha de ganarse también, no solo imponerse. Los entes públicos deberían cuidar su reputación en las calles, eso también influye mucho en los resultados que dicen perseguir. Podemos comprobarlo todos los días. Cuanta más gente lo haga de grado, mejor.
Vídeo | Youtube
En Circula seguro | Límite a 110 km/h: argumentos a favor y en contra
Posted: 07 Mar 2011 11:05 AM PST
En los tiempos antiguos, había dos formas de hacer algo que pedía un poder político, de grado o por la fuerza. Hoy día somos más modernos, y a veces “la fuerza” consiste en multas de índole económico o similar, como sucede con los puntos del carnet de conducir.
Desde que se nos contó el cuento de Robin Hood hemos tenido animadversión sobre los recaudadores. El malvado sheriff robaba a los pobres para dárselo a los ricos, era obviamente una recaudación injusta, pero también hay recaudaciones justas. Por ejemplo, tenemos la seguridad social, tiene su recaudación pero hay contraprestaciones.
Cuando hablamos de seguridad vial, el usuario no siempre entiende la naturaleza de las normas que se le imponen, y no ayuda nada a verlo desde un punto de vista recaudatorio. Dicho de otra forma, si llega a la conclusión de que la prioridad es recaudar, la posibilidad de que se cumpla algo de grado es más bien menor.
Nuestra querida Dirección General de Tráfico es una institución que cuenta con bastante rechazo por parte de un importante sector de los conductores españoles. Podría ser peor, como el de cierta entidad sin ánimo de lucro, y menos mal que “no lo tienen”, que representa a los artistas.
La DGT tampoco tiene ánimo de lucro, se supone que vela por la seguridad del tráfico, o esa era su intención hace 50 años. En la actualidad, la DGT ha pasado de una cierta permisividad a un nivel que muchos tachan de opresivo, lo cual ha aumentado sustancialmente su rendimiento recaudador.
Ese dinero se supone que se va a Hacienda o incluso a las víctimas de los accidentes de tráfico, pero en el acerbo popular la idea que persiste es que todo ese dinero acaba en lugares digamos no oficiales, como los bolsillos de unos pocos, los fabricantes de radares o vaya usted a saber.
La reducción del límite genérico de velocidad a 110 km/h ha sido un motivo más para pensar así, ya que mientras en Europa, en plena crisis energética, hay países que no bajan límites sino que incluso los suben o piensan en subirlos (Polonia 140 km/h, Holanda 130 km/h, Reino Unido 128 km/h). Así la intención de ahorro energético no se entiende igual.
Cuando la acción de la DGT pasa a verse de un modo tan recaudatorio, su credibilidad ante los conductores flaquea, e incluso los que suelen defender sus posicionamientos se preguntan que dónde está el límite entre su función útil y su función recaudadora, y qué es lo que prima más.
Incluso la Unión de Guardias Civiles se ha quejado de que la intención de este límite es aumentar la recaudación por multas, es más, han utilizado la expresión “tomadura de pelo”. También se quejan de que los agentes que sean poco eficientes multando van a ver mermado su complemento salarial.
Los dirigentes de la DGT y del Ministerio del Interior deben llevar a cabo una profunda reflexión sobre qué les ha hecho llegar a esta situación, donde protectores y protegidos están con la mosca detrás de la oreja y dudan cada vez más de la función original de estos entes. Y no son los únicos, claro.
De toda la vida se dice que el camino es la educación, no la represión. Es más fácil hacer caso a aquello que se ha razonado con fuerza, no lo que a la fuerza se tiene que razonar. Al final se trata de aumentar el cumplimiento de las normas, no de cobrar más multas, ¿no? Pregunto desde la inocencia parcial.
En definitiva, el respeto y la aprobación de los “protegidos” ha de ganarse también, no solo imponerse. Los entes públicos deberían cuidar su reputación en las calles, eso también influye mucho en los resultados que dicen perseguir. Podemos comprobarlo todos los días. Cuanta más gente lo haga de grado, mejor.
Vídeo | Youtube
En Circula seguro | Límite a 110 km/h: argumentos a favor y en contra